Tras valerse de la ayuda de sus secuaces para neutralizar un contundente despliegue policial, el Joker logró inocular a
Batman una toxina paralizante: eficaz e inesperada artimaña que le permitió huir. Ya en la Mansión Wayne, Bruce confesó a sus colaboradores más cercanos –Nightwing, Red Robin, Capucha Roja, Robin y Batgirl– un episodio del pasado que bien podría estar relacionado con el secuestro de Alfred Pennyworth. Sin tiempo para gestionar las posibles consecuencias de su revelación, el Hombre Murciélago centró todos sus esfuerzos en seguir su única pista que, mediando una expeditiva investigación, le condujo al Hospital Psiquiátrico de Arkham...