Por escéptica que sea la incredulidad de los hombres y casta la restricción de los santos, el demonio conserva un amplio margen de maniobra y va dejando su huella por doquier. A veces, el suyo es un rastro de humor y sátira que deja al descubierto las verdaderas intenciones humanas. En esta nueva novela de Fernando Delgado, en donde se cuenta la pugna de dos pueblos en
el proceso de beatificación del cadáver yacente de un obispo de dudosas perfecciones morales, nos muestra hasta qué punto la simulación y el engaño conviven con los grandes ideales. Escrito por Luzbel es una novela sobre el engaño. En pleno siglo XVIII, el joven Etelvino de la Sota entra en cólera al ver frustrada la esperada herencia de un tío suyo de igual nombre. Éste lo ha gastado todo en libros y en papeles, y le ha dejado una casa llena de documentos tan inquietantes como alborotadores. Abundan entre ellos cartas entre supuestos eruditos y religiosos sobre
el proceso de beatificación de un obispo de vida licenciosa llamado fray Juan de Lequerica. Etelvino decide primero dar fuego a los papeles, pero, tal vez seducido por el diablo, termina aficionándose a ellos. Descubre, poco a poco y con rechifla, un conflicto entre dos villas —Vitria y Santa María del Viento—, que dicen tener los verdaderos restos mortales del obispo. Y descubre, además, toda una serie de insólitas especulaciones sobre la vida del venerado, en la que no faltaron debilidades, hazañas, alucinaciones y prodigios. El propio Etelvino se anima a participar en el embrollo. Pero no siempre estos documentos, en los que el diablo enreda con humor y desmiente a unos y a otros, son lo que parecen y, como dice la cita de M. Ramos Espejo que figura al frente del relato, «todos imaginan
la muerte hasta que un cadáver les obliga a imaginar la vida». Este proceso imaginativo hace que ésta sea una novela irónica sobre la simulación y las apariencias, una metáfora muy actual del engaño con materiales supuestamente históricos. Su lenguaje paródico de ambientación la familiariza con la novela histórica, y la retórica eclesiástica y los materiales del santoral y de las vidas ejemplares sirven para investigar las intimidades de un aspirante a la gloria al que se descubre en su mundanidad. Lequerica terminará en los altares para consagración de la burla, y los imprevistos derroteros de la vida de Etelvino de la Sota, entregado cómplice de Luzbel, culminarán la reflexión que este usurpador hace sobre la mentira.