Señor; Salvador de mi alma; ¿a dónde me has conducido? Aquí estoy; en la torre de los condenados; asesino convicto; y mañana; al amanecer; ¡me llevarán a la horca y seré colgado! Pues quien dé muerte a un semejante debe ser muerto; ésta es la ley de Dios y