El valor es una virtud desgastada por el exceso de épica barata en la ficción. Ya no se puede decir que alguien es valiente sin pensar que ha arengando ejércitos o inspirado revoluciones, casi da la risa cuando intentas aplicar este término a la vida cotidiana. Pero la verdad es que está ahí, en nuestro día a día, aunque nos de vergüenza reconocerla o señalarla.Por suerte tenemos la buena ficción. La que nos transporta a un lugar desconocido pero creíble, terrible pero plausible, exaltado pero probable. La que nos ayuda a entender algo del mundo que nos rodea como una fabula le explica a un niño los valores más básicos. La que es honesta; la buena ficción. En ella el valor es bien recibido, el espectador lo acepta como algo cierto, algo propio de los protagonistas, algo admirable e incluso necesario. La buena ficción es un lugar en el que el espectador se proyecta sin vergüenzas ni miedos, sin sentido del ridículo, donde abraza la épica como algo cotidiano, sin que le de la risa, como un loco acepta sus elucubraciones.¿Cómo se llega a ese lugar?, ¿cómo se alcanza la buena ficción? , yo me lo pregunto cada día, y obras como Iron Shoes me recuerdan que el único camino, es ser “valiente, valiente de verdad.Hace falta valor para escribir un guion ambicioso en los días del escepticismo, y adentrarse en un género muy explorado como la ciencia ficción distócica. Hay que creérselo mucho, dotarlo de detalles, susurros, sonidos, y olores que lo hagan cierto, hay que sumergirse en él. Un argumento lleno de desazón pero no desesperante, rozar el drama, pero no caer en la tragedia, buscar la aventura pero no infantilizar el peligro. Ser crudo, ser verdadero, pero ser ilusionante. Rafael Lindem y Dani Parra han construido un relato que nos hace atravesar estos parajes manteniendo el equilibrio perfecto como unos valerosos fonambulistas, conscientes del vacío, pero con la mirada al frente.Necesitaban a un loco que les siguiera, claro, porque en la locura hay un alto porcentaje de valor. Andrés Garrido sin duda tiene de ambas. Es valiente, porque en su primera obra se enfrenta a un proyecto de dimensiones bíblicas, pleno de todo lo difícil de dibujar, narrado con personajes complejos y llenos de conflictos exigentes. Y está loco, porque lo hace con desparpajo, sin autolimitaciones, sin engaños, inconsciente de los riesgos que corre, salta al vacio escena tras escena, plano a plano sin ahorrar energía, ¿por qué habría de hacerlo?, está loco.Leyendo Iron Shoes he recuperado el sentido de la valentía épica, me he sentido arengado por estos tres autores que me han empujado a su batalla personal, los he seguido cegado a la batalla, y lo hare a las siguientes, como si yo también me hubiese vuelto loco, porque eso es el valor, lo que hace que deje de importar si tiene sentido o no, si es ficción o es real, lo que te hace sentir que puedes viajar lejos, aunque tengas zapatos de hierro.La buena ficción está llena de valor, está llena de honestidad, de locura, de realidad y está aquí.