El Joker convirtió el Hospital Psiquiátrico de Arkham en una retorcida versión de una corte medieval: espectáculo de dudoso gusto protagonizado por guardias e internos de la institución, partícipes de un macabro recordatorio de anteriores enfrentamientos entre el Hombre Murciélago y el Príncipe Payaso del Crimen. Tras superar diferentes obstáculos,
Batman fue obligado a ocupar el trono de tan desquiciado reino de locura: una silla eléctrica desde la que presenciará el resto de la aterradora velada, que bien podría resultar letal para el Caballero Oscuro y sus aliados más cercanos...