DOLMEN # 145

DOLMEN # 145
DOLMEN # 145
ref 355043
10/01/2008
Revista de información de comics, grapa, 26x17 cm, papel satinado, portada semirígida, 64 páginas a color.
Enero 2008

EAN: 977169763400700145
Idioma: Español

¿Qué se esconde detrás de esta estupenda portada de Vampirella? Pues un número dedicado en gran parte a un grande del cómic como es Michael Golden, autor de la imagen de la cubierta (lo sabemos, Golden es más conocido por sus “Micronautas” o sus trabajos en “The Nam”, pero somos unos vendidos y esta imagen de Vampirella es más “comercial” y “atrayente”, y el personaje no salí en la portada del Dolmen desde nuestro número #18).

Pero al margen de Golden (publicando la entrevista que le realizamos y la transcripción de la charla que dio en Avilés) y esta comercial portada, ¿qué más trae este número? Ahí va la lista de contenidos de la mano del compañero Jaume Vaquer.
-En la última viñeta por Jonatán Rubio. Hoy: “Temas de conversación de Expocomic”
-Noticias Breves y curiosidades
-Reseñas Relámpago
-Artículo sobre la nueva colección de la JSA por Joel Mercé
-Boletín Dolmen 16 con todas las novedades de la editorial
-Artículo sobre los últimos acontecimientos relacionados con Thor por Joel Mercé
-Desde dentro por Vicente García. Hoy: el sufrido trabajo de editor ¡y los dibujantes caraduras que encima quieren cobrar!
-But I Digress por Peter David. Hoy: El Quijote, el primer superhéroe.
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JSA
No es que la colección de la JSA necesitara un relanzamiento. De hecho, quien lo necesitaba era su colección hermana: la JLA había perdido mucha fuerza en los últimos tiempos, con el gran invento de los equipos creativos de usar y tirar. Y, además, el equipo necesitaba refundarse tras las segundas Crisis por lo que un relanzamiento a bombo y platillo parecía lo más adecuado.
Pero todo esto no era aplicable a la Sociedad: Geoff Johns, guionista de la serie prácticamente desde el principio (se sumó al equipo en la segunda historia), se había tomado un descanso pero tanto Keith Champagne como Paul Levitz fueron capaces de mantener el nivel y que no se notara un bajón por tan significativa ausencia. “No quería dejar la serie, porque tenía la sensación de no haber contado aún todas las historias que quería contar, pero también necesitaba estar un tiempo alejado, afirmaba Johns en una entrevista previa al relanzamiento de la colección. En principio, el plan era haber vuelto antes de lo que lo hice, durante el Año Después. Pero no tuve tiempo, con todo en lo que he estado metido en el último año. Quería estar seguro de poder dedicarles el tiempo que unos personajes tan importantes como los de la JSA se merecen y hacer la serie tan buena como me fuera posible”.
Cuando llegó el momento de retomar la serie, cuando Johns estuvo preparado para volver, las cosas habían cambiado. “Steve Wacker [el editor de la serie] y yo nos enteramos de que iba a salir un nuevo número #1 de la Liga de la Justicia. No podíamos seguir llamando a nuestra serie JSA, no cuando ya no había una JLA: hubiera sonado antiguo. Así que pensamos en cambiar también el título pero nos dimos cuenta de que no podíamos hacerlo hasta que saliera nuestra serie hermana, que empezaba en julio. Así que decidimos esperar: de esta forma también nos llevábamos parte del impulso del relanzamiento y poníamos ambas series en sintonía, ya que Brad [Meltzer] y yo estábamos planeando ya el primer cruce entre ambas colecciones”.

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El infame oficio de editor

A veces la vida te lleva por recovecos que no te esperas, y en este caso ha querido que acabásemos publicando comics después de años llevando a cabo una revista de información como es ésta. Los motivos por obvios no merecen muchas líneas: las ganas de creer poder aportar algo, el publicar cosas que de otro modo no verían la luz (series extranjeras y sobre todo tebeos realizados por autores nacionales), etc. Eso condujo a que además apostásemos por publicar obras teóricas en un medio que no cuenta prácticamente con ellas, de un modo que resulta inexplicable (el cine, por irnos a otro arte reciente, cuenta con todo tipo de libros biográficos, teóricos y demás); fruto de ello son las colecciones Pretextos, Viñetas o los Monográficos.
De este modo, lo que comenzó siendo una aventura esporádica ha hecho que en la actualidad tengamos una notable presencia en el mercado que ni mucho esperábamos, publicándose libros, novelas, revistas y tebeos.
Pero el caso es que en el pasado salón del cómic, un dibujante vecino y amigo (mucho), en la reunión para la Academia (de la que a fecha de hoy nada más se supo), dijo (resumo) que en el negocio del tebeo todos se llevaban su pasta menos los dibujantes: el librero, el distribuidor, la imprenta, el diseñador y, por supuesto, el editor. Y a partir de ahí instaba a los editores que no supieran hacer bien su trabajo a dejarlo. La cita textual es la siguiente: “¿Por qué un autor español no puede publicar en su propio país cuando en otros países ese mismo autor publica y esos editores consiguen que ese trabajo sea rentable y el autor viva de ese trabajo? En España, no lo entiendo, somos la parte débil de la cadena, el dibujante lleva a cabo un proyecto, lo presentas, le preguntas cuánto vas a cobrar y ¡empieza a llorar! y a decir que no se vende. Pero ése no es mi problema, ese editor tiene un sueldo y cobra, y al igual que el resto de la cadena vive dignamente. ¿Por qué el autor que es el que se curra el trabajo no cobra bien por ello? Da mucho, mucho sobre lo que pensar. No me quiero meter con nadie, pero no es culpa mía, ¡si no podéis pagar dignamente no publiquéis tebeos!”
Ahí es cuando un servidor se cabreó y mucho, sobre todo porque como es normal a uno no le gusta que le digan lo que tiene que hacer, al igual que me aplico el cuento y no voy diciendo a nadie que haga tal o cual cosa.

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¿EL PRIMER SUPERHÉROE?
¿Quién fue el primer superhéroe? Pues esa cuestión se ha tratado en infinidad de foros, esta columna incluida. Y que se vuelve liosa si empezamos a considerar superhéroes tempranos a figuras míticas como Gilgamesh o Hércules. No sé yo si eso será correcto. Vale, sí, está claro que tanto Gilgamesh como Hércules son, desde luego, sobrehumanos (a fin de cuentas son hijos de dioses) Pero ¿superhéroes en el sentido moderno de la palabra? Pues para mí no.
¿Qué hacemos entonces con Sansón? ¿Era él un superhéroe? O quizás Moisés, que a fin de cuentas separó las aguas del Mar Rojo y transformó la materia. Que sí, que lo hizo con ayuda divina, pero también lo hace así El Espectro, así que no podemos descartar sus logros por las buenas.
Creo que parte de lo necesario para establecer la diferencia es que el superhéroe tiene que ser identificable al instante. ¿Cómo demonios reconoces a Gilgamesh si alguien te enseña una foto suya? Quiero decir que, bueno, vale, podrías reconocerle por el contexto, sobre todo si está al lado de Enkidu. Pero, si no, olvídate. ¿Qué pinta tiene Hércules? ¿El Hércules de la Marvel? ¿El de DC?¿El de Kevin Sorbo? ¿El de la serie de de televisión de los sesenta, Hércules el Poderoso, con el irritante muchacho centauro y la sintonía sorprendentemente sugerente (“hierro en sus muslos… fuego en todo el cuerpo” hmmmm).
A Superman, en cambio, lo reconoces en seguida aunque le engañen para que se ponga un uniforme de patinaje sobre hielo y color azul eléctrico. De hecho, muchos consideran que Superman es el primer superhéroe. El problema de esa afirmación es que Superman tiene antepasados inmediatos cuya existencia socava cualquier supuesta originalidad y esperanza de ser “el primero”. Vale, nunca antes había habido nadie como este ser de otro planeta y curiosa vestimenta que tiene poderes y habilidades blablabla… ya os sabéis el rollo.
¿Hubiera podido existir Superman, cuyo debut tuvo lugar en 1939, sin haberse inspirado en Hugo Danner, el heroico protagonista de Gladiador, la novela de Philip Wylie de 1930? Y eso por no hablar (aunque lo haré de todas formas) de su deuda directa a Doc Savage, con el que llega incluso a compartir nombre de pila, “Clark”, mote (‘El hombre de acero’ frente al ‘Hombre de bronce’) e incluso llega a copiarle el refugio Ártico, la Fortaleza de la Soledad. No es ni siquiera el primero en llevar unas mallas con la ropa interior por fuera. Ese dudoso honor recae en el Fantasma que Camina, que apareció por primera vez en 1936.

PVP: 2.75 € 2.61
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