Hace mucho tiempo, en un recóndito páramo del país de Saru había una balsa a la que se dirigían todos los animales moribundos. La gente de los alrededores la llamaba la Charca del Sueño y ninguno se atrevía a acercarse.
En la aldea junto a la charca vivía Zoroku, un campesino que nunca había sido muy listo. Un día, a Zoroku, siempre dibujando o perdido en sus pensamientos, le salieron en la cara pústulas con los siete colores del arco iris. La habitación de Zoroku pronto estuvo literalmente inundada de pus y sangre...
Vamos a llevarte al bosque, Zoroku. A partir de ahora no podrás acercarte al pueblo. Si lo haces tendremos que matarte.