Kay Scarpetta regresa a la clínica forense de Richmond (Virginia), que fuera durante años su centro de trabajo, para participar en la investigación de
la muerte de una adolescente. Gilly Paulsson fue hallada muerta en su cama sin aparentes signos de violencia; sin embargo, el hecho de que la autopsia se esté posponiendo más de lo previsto, y que el FBI esté interesado en conocer los resultados de la misma, despierta el recelo de la forense. Benton Wesley, desde su refugio en Aspen, confirma las sospechas de Scarpetta cuando le recomienda cautela tras haber dado con información extraoficial que insinúa que el caso Paulsson podría estar siendo utilizado como tapadera.
Patricia Cornwell narra la emocionante vuelta de Scarpetta a la institución que hizo célebre.