“¡Jethro debe morir!”. Madame Trelkowski tiene razón: aunque pueda parecer una medida demasiado cruel, matar al “profeta” recluido en el Asilo Manner es el único modo de detener la masacre que ha puesto en marcha con su delirante doctrina.
El propio Dylan se hubiese contado entre sus víctimas si no hubiese sido capaz de detener la mano de Geraldine Rowling, un antiguo amor, que ha regresado para matarlo. No, los celos no tienen nada que ver, no es un crimen pasional.
Pero es precisamente por amor por lo que Geraldine y el resto de involuntarios asesinos han tomado las armas… por que “amor es muerte”, como dice Jethro.
Pero, ¿cómo imparte el profeta sus órdenes? Cuidado con el buzón, por que esta vez
la muerte llega por correo…