No hay pues que hacer una lectura despolitizada del movimien¬to y de las luchas contemporáneas que se quede sólo en la di¬mensión moral de la indignación. Esta da lugar a una rebelión política: es una indignación favorable a la justicia social, a un cambio social en un sentido igualitario y democratizador. No es una indignación desesperada. No es un golpe de ira frus¬trada sin perspectiva de salida. Al contrario, es una indignación esperanzada que empuja a la movilización y lleva consigo las ganas de vencer. Es una indignación que se basa en la confian¬za colectiva en un nosotros dispuesto a construir otro futuro.