Amanda se ha metido en un buen lío por decir una palabra que llegó a sus oídos por casualidad. ¿Por qué los mayores se enfadan con ella solo por eso? Bueno, por eso, y por vender palabrotas a sus compañeros. Tras ser descubierta, acabará en la clase para alumnos con conductas peligrosas. Allí conocerá un poco mejor a Billy, el matón del colegio, reflexionará sobre lo ocurrido y entenderá que quien tiene las palabras tiene el poder.
Producto anterior Mil millones de tuberías |
Producto Siguiente
Yinn. Fuego azul |