La sociedad israelí aún no ha decidido si su país es el resultado de una promesa divina o de una votación ajustadísima en la ONU, si quiere la guerra o la paz, si prefiere decantarse hacia el laicismo indiferente de Tel Aviv o hacia el fervor religioso de Jerusalén. Un conflicto existencial que ha devastado a los palestinos y mantiene en permanente inestabilidad la región más delicada del planeta. La Biblia creó hace más de dos milenios el pueblo judío y, en último término, condujo a la creación hace seis décadas del Estado de Israel, fundado para que fuera el hogar nacional de los judíos, hasta entonces condenados a la diáspora. Pero en la actualidad todavía hay más judíos fuera que dentro de su Estado, y el moderno Israel funciona como una democracia confesional de origen teocrático gobernada por una cada vez más numerosa mayoría conservadora y observante que impide la solución de otro drama, el palestino.
Producto Siguiente
Manual para una economía sostenible |