Una amenaza recorre Madrid. Sin que nadie sepa por qué, las estatuas de la capital han abandonado sus pedestales, sobresaltando a pacíficos transeúntes o introduciéndose sin invitación en las casas de gente inocente. Los ministerios desmienten rumores que vuelan sobre las planas de los periódicos amarillos, y a menos que alguien intervenga con toda celeridad el asunto puede alcanzar dimensiones monumentales. Se trata del momento que durante años ha esperado Elías Arce, deslucido redactor de crucigramas de El Planeta: el que puede brindarle ese reportaje que le ayudará a alcanzar la cima más alta de su profesión.