Este no es otro diario del confinamiento y la pandemia. A la tercera semana de encierro, Max perdió la paciencia que demandaban autoridades y medios de comunicación. Harto del beatífico todo irá bien , se lanzó a fabricar este panfleto furioso y urgente en medio del estupor causado por una realidad que se cae a pedazos. Con un personaje cabreado como único vehículo, el autor nos suelta un chorro de humor salvaje, canalla y deslenguado que no le veíamos desde los tiempos de Peter Pank. Pero ya sabemos que, tratándose de Max, no iba a salirle un simple panfleto protestón. Aquí hay, además, toda una reflexión sobre lo que nos está pasando y un muy oportuno debate sobre la función catártica del humor –y del malhumor– ante el estropicio general que nos ha sobrevenido. ¿Soy el único al que se le ha quedado cara de gilipollas con todo esto