1898. El 15 de febrero una explosión hace zozobrar el USS Maine mientras estaba fondeado en el puerto de La Habana. La enorme agitación de la prensa americana provocó que se culpase a España del ataque y en cuestión de días el Gobierno estadounidense movilizó a sus tropas para una guerra doble por hacerse con el control de Cuba y Filipinas. Mientras tanto, un pequeño destacamento en Baler queda prácticamente incomunicado y ajeno a la magnitud de la contienda con Estados Unidos. Temerosos de un ataque de la insurrección filipina, deciden refugiarse en una iglesia y defender su posición hasta tener la certeza de lo que está ocurriendo en el país. Allí permanecieron asediados durante 337 días. Combatieron contra un enemigo exterior que los acechaba día y noche, pero también contra las dudas, contra el miedo, la incertidumbre, el hambre y
la muerte en forma de beriberi. Fueron los últimos de Filipinas.