La vida de Chema podría ser una comedia pero se queda más bien en chiste. Hace tres años se fue a vivir a Barcelona -ciudad que detesta- con una cultureta que ahora está a punto de darle boleto. Entretanto trabaja en una tienda de cómics rodeado de inadaptados como él, se mantiene adicto a los peliculones de Charles Bronson y de vez en cuando le sobreviene un recuerdo en forma de frustración, cuando piensa que su Fender Telecaster cría malvas desde que abandonó su banda de punk. Pero el giro argumental está a la vuelta de la esquina. Chema está a punto de salir de su capullo de freak para revolotear hacia el romance. Veremos si hay suerte…