El nuevo álbum de Carlos Giménez es un tripe salto mortal sin red. Un trabajo íntimo sobre la vejez, la creación y
la muerte. En Crisálida, el autor se sirve de su álter ego , el tío Pablo, para hablar de la gran crisis humana. No solamente la que nos afecta en términos económicos y morales (y mucho hay de análisis de la actualidad reciente española), sino de la que sobreviene al llegar la vejez. A modo de juego de espejos, Giménez introduce a un tercer álter ego, llamado Raúl, y pone en marcha un espectacular equívoco, pues pronto no sabremos a ciencia cierta quién ha creado a quién. El dúo protagonista del álbum le sirve al autor para reflexionar tanto sobre las miserias de la creación cuando el maestro llega a las etapas crepusculares como sobre las limitaciones que impone el cuerpo, subrepticiamente, en la senectud. Quedan entonces dos opciones, encarnadas en los dos personajes: la decadencia o
la muerte