Como si se tratara de un nuevo Gulliver, el narrador de este libro llega a una isla quimérica para hacer la crónica del comportamiento y las costumbres de los cotiledones. El resultado es un relato paródico, divertido, sarcástico, a ratos surrealista y cruel. Un relato lleno de situaciones deslumbrantes, que en ocasiones constituye un reconocible reflejo distorsionado de nuestra sociedad, expresado a menudo con una prosa poética y libre.