La joven se llama María y parece una chiquilla cualquiera. Viste una túnica liviana que adorna su cuerpo hermoso y esconde el brazo derecho mutilado. Luce un rostro luminoso que destaca entre las ramas verdes de los árboles. José, un carpintero viudo, se le acerca un día sin dar importancia a su defecto físico porque en la mirada de María el hombre intuye que será el testigo de un evento ajeno a su realidad y, sin embargo, tan real como la tierra, el fuego y el cielo que le han tocado en suerte...
«Vuelve Gustavo Martín Garzo al legendario territorio mítico-poético de El lenguaje de las fuentes, para iluminar y ensanchar la vida de María ... Bellísima novela.»
Ana Rodríguez Fischer, Babelia, El País
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