Chiye nunca se había sentido tan confusa. Y es que ya no se trata únicamente de que Müriel, el misterioso individuo al que tiene que retratar, pueda ser un vampiro. En
la casa cada vez irrumpen más y más presencias desasosegantes cuyo rol en la tragedia que se masca está todavía por determinar. ¿Cuál es el verdadero parantesco entre Ken y Müriel? ¿Quién es el misterioso caballero que vela por Eva? Y sobre todo: ¿Quién es ese Adrián al que todos parecen considerar como un aparecido?