Irreverente, surrealista, hilarante.
Dejar suelto a León el Terrible por una ciudad cualquiera es como meter un zorro hambriento en el gallinero de lo biempensante y de lo políticamente correcto.
Nada ni nadie sale indemne.
León es un cincuentón megalómano, grosero, iconoclasta, provocador y, por encima de todo, muy divertido. Su gran ventaja, y la desgracia de todos los que se cruzan en su camino, es que León tiene un aspecto de hombre pudiente y respetable, lo que le abre
la puerta a todos los estratos sociales, donde se aplica con vehemencia, y enorme éxito, a provocar un cataclismo tras otro.
Entre la sublime línea clara de Theo van den Boogaard, inspirada claramente en Tintín, y los corrosivos guiones de Wim Schippers se produce un desajuste extraordinario y explosivo que le da a la obra una personalidad única.
Treinta años después de la publicación de sus primeras aventuras, León el Terrible sigue siendo un personaje de culto.