Moratín, neoclásico por raciocinio y por criterio artístico, lleva en sí, por temperamento, los tiempos nuevos. En esta obra, justamente celebrada como la mejor de su producción, reivindica el derecho de los jóvenes al matrimonio por amor y no por imposición familiar. Desde un tono de bondad amable, «El sí de las niñas» es un alegato contra los métodos educativos de la época en los mismos inicios del siglo XIX, hecho por un autor dramático que, por ilustrado, trataba de educar desde las tablas.
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