Ante el misterio de la isla de Pascua, las soluciones fabulosas han buscado negar el logro humano, mucho más prodigioso, de que en una pequeña isla solitaria y pobre en recursos, sin ayuda exterior, un puñado de tribus caníbales erigieran los imponentes monumentos de una civilización espléndida; sin embargo, ésa es la realidad, expuesta por Alfred Métraux con todo el exigente rigor del hombre de ciencia y con la amena nitidez de un escritor de talento.