El campo de batalla enmudecÃÂa. Entre las inmóviles figuras, los charcos escarlata parecÃÂan reflejar las nubes rojizas de la puesta de sol. Furtivas figuras merodeaban por entre la alta hierba; rapaces que caÃÂan sobre las pilas de cadáveres mutilados con un revoloteo de oscuras plumas. Como heraldos del destino, una ondulante lÃÂnea de garzas se alejaba volando lentamente hacia los cañaverales de la orilla del rÃÂo. Ni el estruendo de las ruedas de los carros ni el sonido de las trompetas rompÃÂan ya la inquietante quietud. El silencio de
la muerte seguÃÂa al tronar de la batalla. Bienvenido al mundo de los mercenarios de la era Hiboria, con sus civilizaciones en lenta degradación, roÃÂdas desde el interior por la corrupción y sacudidas desde el exterior por la violencia, mostrando al mismo tiempo lo mejor y lo peor de los hombres. Cada persona, desde el más cultivado de los nobles al más anodino de los campesinos, puede experimentar maravillas que no volverán a aparecer en el mundo hasta dentro de diez mil años. Sin embargo, se lanzan al mismo tiempo los unos contra
los otros con la absoluta falta de preocupación propia de los hombres que saben que nunca responderán de sus actos. Estos hombres, que podrÃÂan convertirse en mercenarios, personifican esta dicotomÃÂa en su vida y moral. Por una parte son los protectores de la civilización, exponiendo sus vidas para defender naciones corruptas. Y por otra, satisfacen todos sus deseos, cometiendo atrocidades incluso peores que las que podrÃÂan infligir los invasores si tuvieran la oportunidad. No podrÃÂas encontrar una banda peor de matarifes, ladrones, y miserables villanos, y sin embargo las naciones civilizadas les pagan para montar una defensa contra las fuerzas de la barbarie que asolan sus fronteras.
En stock. Envio inmediato