Bendito sea Dios. De manera casi azarosa, hemos conseguido reunir un puñado de folios dispersos de Nacho García y hacerlos verbo. Si quiere usted que PULIR sea un libro de arte contemporáneo, lo es. Si quiere que sea un libro de humor, lo es también. Puede, incluso, ser su libro de autoayuda de cabecera si así lo desea. Una vez que hemos condenado a nuestra especie, una vez que el Arte ha demostrado que es incapaz de salvarnos, solo podemos recurrir a lo idiota, a lo fútil o a lo desconocido para evocar un tiempo en el que todo parecía más fácil, en el que no sabíamos qué hacíamos ni por qué lo hacíamos, pero en el que nada de eso hacía falta para sentirse contento de vivir. Nacho lleva algún tiempo invocando la paz, el orden, el amor y la alegría en sus miles de páginas garabateadas. A decir suyo, no sabe cómo hacerlo, pero sabe hacerlo bien. También asegura que posee un gran poder: el de quien no se lo propone, el de quien, simplemente, no sabe hacer otra cosa en la vida. Nacho no tiene ni idea de qué diablos hace cuando dibuja, pero lo hace. Y la gente ríe cuando lo ve. Y entonces él se pone contento, y dibuja más. Y parece que **algo** hay.
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