En Oscura luz de octubre una enigmática tablilla que procede de la bandeja en la que se exhiba el Santo Grial y que representa a la lujuria, uno de los siete pecados capitales, va pasando de una mano a otra. A lo largo de las páginas de la novela sabremos cómo obtiene ese objeto cada uno de sus poseedores y el significado esotérico y altamente simbólico que para cada cual tiene. Por uno u otro motivo, todos la desean, ya sean cátaros o nazis, cónsules o adinerados jeques árabes; e, inevitablemente, todas sus historias se irán cruzando. Pero en esta nueva obra, Martn Arán nos relata también, paralelo al de la tablilla, un alucinado viaje que transcurre por los territorios del desamor, de la melancola y del desamparo; un recorrido en el que la tristeza presentida queda enmascarada por unas densas gotas de irona y por la presencia consistente de la amistad y del amor. Todos los personajes circulan por los dominios del mito, del smbolo y de la fábula, cada uno empecinado en la búsqueda de su ntimo Grial, un pájaro misterioso que conecta la realidad con el deseo y la esperanza. Todos, con el misterio entre las manos, buscan la felicidad que está vedada a los hombres; quizá porque todos saben que lo endeble es la razón, y lo saludable, como vio Cervantes, es la locura. De nuevo Martn Arán lleva a cabo un brillante ejercicio de conciencia creativa que, al igual que su anterior novela, a muy pocos dejará indiferentes.
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