"Una de mis tareas consistía en sacar las aves muertas. Siempre encontraba. Debido a las malas condiciones de iluminación, las dos filas de jaulas inferiores estaban a oscuras y era imposible ver si las aves todavía estaban vivas. Cuando sacábamos las carcasas, a menudo nos encontrábamos con el cráneo y unos pocos huesos. Recuerdo que, una vez, trabajé en la limpieza de una nave con diez mil aves. Llegaron otros trabajadores de granjas locales y empezó la tortura. Recuerdo que alguien me gritó debido a mi exceso de suavidad en el manejo de los animales: se les arrancaba de las jaulas cogidos por las patas. Llevábamos cuatro animales, cogidos boca abajo, en cada mano, desde la nave industrial hasta
la puerta. El ruidos era ensordecedor y el olor nauseabundo. Se rompían las piernas, alas y cuellos sin ningún cuidado. Cuando lo recuerdo, todo el sistema me parece increíblemente cruel. A pesar de lo explicado, esa granja era de las mejores en relación con otras granjas de cría en batería. Se barrían los suelos cada día y se tomaban precauciones contra las enfermedades y plagas. Dejé de trabajar en la industria avícola cuando empecé a tener pesadillas por las noche".
Cuando el Horror surge de la propia naturaleza...