Es posible que su ordenador le empiece a sonreír, que el teclado le acaricie los dedos y que la pantalla le dé un beso en los labios; es posible que se sienta usted de repente perdidamente enamorado del sistema operativo y que esté dispuesto a dárselo todo: su dinero, su corazón, su vida... Es posible que ya esté infectado con el virus neuro-cibernético Amor 3.1.