Barcelona. 1991. La ciudad está patas arriba preparándose para las olimpiadas, una fuerza destructora que promete arrasar con cualquier rastro de una época que para algunos fue histórica. Por ejemplo para Luz, una pija de toda la vida que no tiene ninguna prisa en asumir su madurez y que se pone sentimental cuando recuerda las noches etílicas en el Zeleste, los viajes de tripi y las felices bacanales en que acababan todas las fiestas. Desde que se separó de Eduardo, Luz vive con sus dos hijos: Juana, una pieza sin oficio ni beneficio, y Cristian, baranda ennoviado con Esmeralda, una aficionada a los trapicheos que además es actriz en las
películas de Alejandro, un cuarentón tirando a cursi para quien trabaja Patricia, la mejor amiga de Luz, otra cabecita loca que también reniega de los tópicos familiares… Juntos, revueltos y secundados por un puñado de secundarios que van y vienen y a veces se quedan a dormir, los miembros de esta tropa disfuncional configuran un fresco de lo que fue la Barcelona convulsa y resistente de los años noventa. Un tiempo que tal vez ya pasó pero para el que nunca es tarde.