En su empeño por recuperar el trono de Olkrann, el Dragón Blanco y su séquito se ven obligados a entrar en el reino de Nemeghram para pedirle ayuda al rey Lukon. Este, caprichoso e imprevisible, impone una condición: el joven Dragón deberá recuperar para él una ciudad que en otros tiempos fue fabulosa.