Durante décadas, nuestros políticos han proclamado que unos mayores ingresos eran el camino para un futuro mejor. Crecimiento económico significaba una vida mejor para todos nosotros. Pero tras muchos años de crecimiento económico sostenido, e ingresos personales cada vez mayores, debemos afrontar un hecho abrumador: no somos más felices.
Ésta es la gran contradicción de la política actual.
En este libro provocador, saludado por Noam Chomsky como "un libro muy necesario que da en el clavo", el economista australiano Clive Hamilton, director del Australia Institute y profesor en la Universidad de Sydney, argumenta que el fetichismo del crecimiento, lejos de ser la respuesta a nuestros problemas, está en la raíz de nuestras enfermedades sociales.
Clive Hamilton es director ejecutivo de The Australia Institute, el gabinete de estudios australiano más importante para asuntos de interés público (
www.tai.org.au). Es profesor de la Universidad Nacional de Australia y de la Universidad Tecnológica de Sydney. Su primer libro, El fetiche del crecimiento (2003), fue un best seller en Australia (
www.growthfetish.com). Posteriormente ha publicado Affluenza. When Too Much is Never Enough (2005), en colaboración con Richard Denniss.
El fetiche del crecimiento lleva una nueva introducción del autor escrita especialmente para esta edición.
Traducción de José Luis Gil Aristu
Revisión técnica de Henrike Galarza
»De vez en cuando llega a mi mesa un libro perfecto por su oportunidad y tono. El fetiche del crecimiento es uno de ellos: un libro vigoroso y potencialmente transformador« (Tim Costello)
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»Hacía mucho tiempo que no leía un libro tan radical como El fetiche del crecimiento. Había olvidado lo estimulante que puede ser« (Anne Manne)
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»Un libro provocador, quizá revolucionario y, sin duda, muy oportuno. El fetiche del crecimiento inspirará, irritará e intrigará a lectores y críticos. Una obra de lectura obligada« (Natasha Cica)
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»Una crítica incisiva de cómo los sistemas económicos y políticos mundiales nos han hecho unos ricos desgraciados« (Tim Flannery)