El prestigio de James Salter, grande entre los grandes escritores norteamericanos contemporáneos, se ha cimentado con tan sólo siete libros publicados, hecho que atestigua su tardía dedicación a la escritura y el alcance de su ambición literaria. Salter es famoso por su prosa depurada, hecha de palabras certeras y silencios elocuentes. Quemar los días, su único libro de memorias, publicado en 1997, cuando el autor contaba 72 años, ha sido descrito por John Irving como «mejor que muchas buenas novelas», y es uno de los pocos de su breve obra que permanecían inéditos en nuestro idioma. Necesariamente incompletas y deliberadamente selectivas, estas memorias trazan el relato de una vida colmada de acontecimientos y gente extraordinarios: desde la fabulosa isla de Manhattan hasta los rigores de la academia militar de West Point, desde la vivencia extrema de un avión de combate hasta la efervescencia de Nueva York, París y Roma. Con una especial mezcla de candor e inteligencia, este volumen contiene algunas de las páginas más hermosas y memorables del autor, ya sean sobre la experiencia de volar o sobre sus otras grandes pasiones: Europa, las mujeres y la literatura. Por la agudeza y concisión de sus observaciones y retratos —de Robert Redford, John Huston, Nabokov, Irwin Shaw, entre otros—, por la relevancia de sus historias y la inconfundible elegancia de su planteamiento, Quemar los días es un libro profundamente cautivador sobre
el proceso de aprender a vivir y a escribir, la naturaleza del tiempo, el deseo, el placer y las oportunidades perdidas.