La vida reflejada en los espejos deformantes de Boldú “Tras la lectura de este álbum pienso que sería mejor que no se produjese nunca un encuentro con Ramón Boldú. Cualquiera de nosotros en contacto con él corremos el riesgo de aparecer en alguno de sus cómics autobiográficos, ni siquiera ridiculizados, simplemente tal cual somos, sin maquillaje de ningún tipo, sólo observados y dibujados bajo el prisma de la visión del autor. ¡Qué miedo! Los espejos deformantes de Valle-Inclán eran menos crueles.”. - Santiago Segura Boldú, tras divorciarse de su segunda esposa, se ve obligado a regresar a
la casa de sus padres, pero, a diferencia del hijo pródigo, no lo hace solo, sino junto a su hijo menor, que ha querido irse a vivir con él con la siguiente condición: en cuanto acabe de dibujar su último cómic Hasta que
la muerte nos separe (que precisamente trata sobre el fracaso matrimonial con la madre del niño y la fuga de ésta con un incinerador), y consiga publicarlo y cobrarlo, se irán a vivir ellos dos solos a un piso; aunque sea uno de esos de alquiler, pequeñito pero resultón. Una vez “apalancado” en casa de sus padres, Boldú se toma un respiro a cada página que dibuja para reponer fuerzas y disfrutar de su recién estrenada libertad de hombre divorciado. Su deambular le lleva a relacionarse con ambientes comprometidos: parejas liberales, traficantes, editores..., e ¡incluso con dibujantes de cómic! Todo ello va en detrimento de la culminación del cómic prometido, Hasta que
la muerte nos separe, cuyas páginas –en blanco y negro y con una técnica diferente– acabarán incluyéndose en este tomo. El arte de criar malvas marca una nueva etapa en la vida del dibujante Ramón Boldú: la que sigue a sus otras dos autobiografías, Bohemio pero abste