Prólogo:
A corazón abierto
En las Navidades de 2004, durante una entrevista en un canal de
televisión sueco, fui retado a escoger, entre todas las
películas de espanto que durante mi vida había visto, únicamente una. Mi primera reacción ante tamaña afrenta fue la de huir, esquivar el revés como podía y alegar que lo que me requerían era una odisea imposible, una encerrona maquiavélica, diabólica. ¿Cómo podría escoger sólo una de entre todas las historias que han sucedido ante mis ojos durante tantos años, sólo uno de entre todos los espantos que me han acompañado? Sería como borrar todos
los otros de mi vida, hacer como si nunca hubieran existido. Como si nada hubiera pasado. Y, sin embargo, aquel periodista infernal seguía atosigándome, insistiendo en que debía responder, como si el cuestionario no pudiera proseguir sin rebasar aquel bache terrible. Y lo hacía con aquella sonrisa siniestra, como si se estuviese divirtiendo, como la araña implacable que acecha a su víctima atrapada en la tela de su entrevista. Pero nunca contesté.
Así imaginaba a la autora de este libro frente al reto de glosar los horrores que lo componen, escogiendo y desechando unos y otros mientras su corazón se estremece de dolor. Y sin embargo, contra todo pronóstico, éste no es otro almanaque de espantos más o menos ordenados por fechas o autores. No es una lista objetiva y detallada, un mero catálogo de
películas por años, países o directores. Éste es más bien un libro de memorias, un glosario hecho desde el corazón de quien ha vivido horas innumerables en la penumbra de una sala de cine, devorando cientos de historias de miedo y haciéndoselas suyas. De quien conoce los programas dobles y los triples, las sesiones más golfas, los viejos cines de repertorio y sus interminables maratones de verano. Éstas son páginas que se han fraguado durante años desde la oscuridad -la de las salas de cine, claro- y hechas de retazos de recuerdos. Un compendio de historias y escenas confeccionado desde la pura subjetividad.
A menudo, al revisitar una película que glorificamos y recordamos como fabulosa, nos sorprendemos al sentirnos inesperadamente decepcionados. ¿Estábamos acaso equivocados? ¿Alguien ha cambiado las imágenes y la trama durante estos años para engañarnos? O puede que seamos nosotros los que hemos cambiado. Las
películas son lo que nos hacen sentir, lo que nos afecta en el instante en que las vemos. Y sólo de ese modo debemos valorarlas y recordarlas. Por lo que fueron y lo que son para nosotros. Porque ésta es la regla que lo rige todo, el criterio que lo ordena, el que escoge y descarta, el que selecciona las
películas y los autores que conforman lo que sigue.
Un libro de recuerdos. Una declaración de amor hacia el cine que nos hace soñar y estremecernos. Una obra personal y emocionada. El único modo en que podía ser. La autora nos abre su corazón y nos lleva de la mano por su universo personal de los horrores. Nos muestra lo que ha visto, lo que pasó frente a sus ojos y se quedó dentro de ella para siempre, lo que la asustó, lo que la conmocionó y lo que la emocionó. En definitiva, lo que ella es.
Jaume Balagueró