A principios del siglo XX las grandes potencias coloniales se disputan en Marruecos el reparto militar y político de África. España, que se lame aún las heridas de la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, aspira a sacar tajada alcanzando un acuerdo con Francia sin desairar a Inglaterra y Alemania. En junio de 2010, el desembarco en Larache de las tropas españolas comandadas por el entonces teniente coronel Fernández Silvestre se traduciría más tarde, en 1912, en el inicio del Protectorado español en Marruecos. Un episodio de nuestra historia reciente poco divulgado, y que sin embargo ejerció una gran influencia en importantes hechos posteriores, como la Guerra Civil de 1936. La ciudad del Lucus reposa sobre un fondo histórico bien documentado y revela datos poco conocidos a pesar de su crucial relevancia. Al tiempo, muestra con singular viveza narrativa el drama humano que supone abrirse camino en un mundo desconocido, a través de la inmigración que llevó a un puñado de españoles a la zona noroccidental de Marruecos, esperanzados en las posibilidades que se les abrían en aquellas tierras. La trama se desarrolla entre 1904 y 1912 en las ciudades de Larache (?la ciudad del Lucus?), Tánger, Tetuán, Arcila y Alcazarquivir. Al hilo de los avatares de un inmigrante que huye de la crisis económica que sufre Alicante a finales del siglo XIX y se establece como comerciante en Larache, desfilan por sus páginas marroquíes que se debaten entre la fidelidad a las costumbres tradicionales y el progreso material, hebreos siempre en un difícil equilibrio, y militares españoles y franceses, algunos de ellos personajes célebres, como el teniente Fernández Silvestre o el líder Ahmed el-Raisuni. Todos ellos tejen una tupida trama de intereses y sentimientos, a veces complementarios otras contrapuestos, que conforman la tensión dramática de una novela memorable.