Publicado en 1637, constituye un indiscutible clásico de la literatura
universal. Aún hoy en el Discurso podemos ver palpitar valores en
los que Occidente quiere todavía reconocerse: optimismo de la razón,
exigencia de autodeterminación, reivindicación de la propia responsabilidad,
humanismo autónomo, exaltación de la voluntad del individuo,
solidaridad y justicia y ante todo, una insobornable ansia de libertad.