Se acababa el tiempo para salvar al pequeño Geran. Si no se encontraba el Lugar que ya no Existe, Zandramas, la Niña de las Tinieblas, usaría al hijo y heredero de Garion en un rito que, según las profecías, concedería a las tinieblas el dominio eterno del mundo. La vidente de Kell era la única capaz de conducir a los que iban en busca del niño a ese misterioso lugar, pero sólo después de que Garion y Polgara hicieran realidad una antigua profecía en las montañas. Aunque Kell estaba vedada a Zandramas, sus tenebrosos poderes mágicos le permitían leer la ubicación del lugar en la mente de algún miembra del grupo. Resuelta a entregar el mundo al dios de las Tinieblas, Zandramas les tendía trampas una tras otra y enviaba en su busca a sus temibles secuaces. Pero Garion no permitiría que nada se interpusiera entre él y su hijo, consciente de que el futuro del mundo dependía del éxito de
la misión que el destino le había asignado al principio de los tiempos.