Nietzsche, lo sabemos, estimaba que pasarían «algunos siglos» para que la pregunta de las preguntas -«¿Tiene la existencia solamente un sentido?»- puediera ser «percibida en todas sus profundidades» (La gaya ciencia, º 357). Pero incluso hay que plantearse el sentido mismo de semejante pregunta e interrogarse sobre lo que, en ella, no cesa de requerirnos. Porque, después de todo, del sentido se puede hablar -y debatir- en múltiples sentidos.
La obra de Jean-Luc Nancy, entre otras, sabiéndose y queriéndose en el cruce de múltiples aproximaciones, preocupada por hacer y dejar que resuenen las inquietudes que ella busca avivar más que apaciguar, testimonia hoy con fuerza la persistencia en nuestro mundo de esta pasión del sentido. Irreductibles a ninguna significación identitaria, apartados de toda apropiación soberana, lo nuevos compartimientos de los sentidos y del sentido se exponen aquí en un pensamiento que no tiene ni «elegidos ni héroes ni santos», que es a la vez «de todos y de nadie» y de cada uno.
Partiendo de esto, de sus ecos y de sus resonancias, en un coloquio desarrollado en 2002 en el Colegio Internacional de Filosofía, bajo la dirección de Francis Guibal y Jean-Clet Martin y con la participación de Alain Badiou, Jean-François Kervégan, Catherine Malabou, Francis Guibal, Jean-Clet Martin, Werner Hamacher, Alex García-Duttmann, Roberto Esposito y Jacques Derrida, se hizo el intento de moverse en los espacios -políticos y fantásticos, existenciales y mundanos, estéticos y religiosos- de lo pensable contemporáneo.